miércoles, 30 de enero de 2008

algunos títulos de poemas que de a poco

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demorar



amor criollo

para los que aceptan invitaciones


el telón es de tela de alpargata

los anfitriones
se parecen

poca sombra dibujan
las curvas breves de sus cuerpos
saben amar
sin competencia



la cena
un concurso por el prestigio sin diluir
de sacar a pasear
comentarios ingeniosos


el joven

lleva en la mochila un libro
que tiene impreso en la solapa
el nombre del poeta
que frente a él mastica una ensalada de lechuga
aderezada al estilo césar:
los croutons y el pollo
anuncian la economía de la casa
que no por reciclante
es menos deliciosa

el joven

se pronuncia por no comentar
al auditorio ese asunto
del libro y el nombre

y cava así una zanja
entre saber y decir,
no quisiera herir
la serenidad
de los comensales





dandi not dead


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jueves, 17 de enero de 2008

T. S ELIOT

Hijo del hombre

no podés decir, o adivinar, porque sólo conocés

un montón de imágenes rotas, donde el sol golpea,

y el árbol muerto no te refugia, el grillo no te alivia,

y la piedra seca no te hace el sonido del agua. Sólo

hay sombra abajo de esta roca roja,

(Vení debajo de la sombra de esta roca roja),

y te voy a mostrar algo distinto a

tu sombra a la mañana marchando atrás de vos

o tu sombra de noche elevándose a tu encuentro;

te voy a mostrar el miedo en un puñado de polvo.

LOS COLORES DEL VERANO

ojalá conocieran a la r.
su elegancia y descaro.
su cuerpo gastado por el uso de un ocio violento.
ojalá lo conocieran.

s. y p. me trajeron (los irregulares del indefinido del grupo _J_ (traer, decir, _ucir) pierden el diptongo IE en la 3°p plural) un libro de paredes. me asombra, en esta primera lectura, lo obio: el peso del discurso nacional, el peso chileno. (ya me dejé contaminar, ahora estoy sucio). tengo hambre, pero no voy a comer. fumo y escribo. apetito. no sé si alguna vez tuve hambre, no sé si alguna vez lo voy a tener, espero. espero que no. pero.

jueves, 10 de enero de 2008

paraguas

sujetado por un temor de esos que la Información sucita, fui a la paragüería de carlos calvo al 1100, esa que antes estaba a una cuadra del CCSM, sobre sarmiento. necesito un paraguas pequeño y durable, dije. el vendedor, hombre solo, de seguro viudo, menos triste que sosegado, me ofreció uno que cumplía con holgura las condiciones. cuando me iba, me dice también tengo bastones con estoque. ah, dije yo, y ¿qué es estoque? mire, dijo y con una vuelta de muñeca abrió el mango de metal labrado del bastón que sostenía para desenfundar una espadita de un filo nada despreciable. asombrado, inquirí por sus usos. y si quiere se puede cortar unos bifecitos a la parrilla, dijo.